El concepto de Responsabilidad Social Corporativa no cuenta con una sola definición. Esta idea comienza en la década de los 50 en EEUU y alcanza su máximo esplendor en la década de los 90 a través del concepto de globalización y de la concienciación ciudadana de que las empresas deberían devolver a la sociedad parte de los beneficios obtenidos.
La World Business Council for Sustainable Development, define RSC como “el compromiso que asume una empresa para contribuir al desarrollo económico sostenible por medio de colaboración con sus empleados, sus familias, la comunidad local y la sociedad en pleno, con el objeto de mejorar la calidad de vida”.
En España, y el hecho de que sus empresas se hayan internacionalizado, las ha expuesto a diferentes entornos socioculturales y económicos y a nuevos grupos de interés que tienen diferentes prioridades y expectativas, por lo que han tenido que adaptar sus estrategias a las situaciones de diferentes países.
En concreto, el sector bancario es un claro ejemplo de evolución hacia un comportamiento ético a través de la RSC.
Los bancos han sufrido una crisis de confianza, agudizada por la crisis económica española. Esto ha hecho que nos encontremos en un contexto en el que la banca no ha sido capaz aún de recuperar esa confianza por parte de los ciudadanos; esto unido a elementos como: la subida de los tipos de interés, la dificultad que tienen las entidades bancarias para la diferenciación, las cláusulas suelo, preferentes o incluso la irrupción de los llamados bancos ‘éticos’ han hecho que estas entidades se preocupen cada vez más por su comportamiento responsable.
Podemos decir que para un buen desempeño de la RSC y para conseguir la ansiada sostenibilidad empresarial, es necesaria la combinación de diferentes dimensiones como: la Social, Ambiental y Económica, así como la Integridad, la Ciudadanía y el Buen Gobierno.
Según el estudio de Reputation Institute, más del 40% de los ciudadanos creen que los aspectos más importantes de una empresa son las dimensiones de: Ciudadanía, Gobierno y Trabajo.
El primero de estos ‘pilares fundamentales’ es la ciudadanía, que consiste en fomentar el apoyo a causas sociales, influencia social positiva y responsabilidad medioambiental.
Los comportamientos responsables van en consonancia con el pensamiento de que las compañías, y más en el sector bancario, tienen un gran impacto en nuestra sociedad.
Las empresas dedican una parte importante de su presupuesto a mejorar o desarrollar acciones relacionadas con preocupaciones sociales y medioambientales.
El sector bancario, al manejar grandes capitales, está llamado a promover el desarrollo del conocimiento, la investigación y la educación.
Este es otro de ‘los pilares’ en los que se sustenta la RSC. También se refiere a la integridad de la organización. Este pilar a su vez se subdivide en tres elementos:
– Comportamiento ético: Se refiere a que las instituciones obren correctamente, o que cumplan una serie de valores, normas y principios que pretenden alcanzar una mayor sintonía con la sociedad.
– Transparencia: En los últimos tiempos se ha convertido en un elemento clave dentro de todas las empresas, y más en el sector bancario. Mostrar las operaciones de la entidad bancaria hace que mejore la relación con el cliente.
– Poder empresarial: Este concepto es el último de los elementos que forman este segundo pilar y se refiere a hacer un buen uso de la posición de poder de la empresa dentro del mercado y de la sociedad.
Se refiere al concepto relacionado con la actividad laboral, como: el comportamiento responsable de la empresa como empleador, incluyendo conciliación, condiciones de trabajo dignas, preocupación por el bienestar de sus empleados, opciones de carrera, etc.
En cuanto a las acciones de RSC, debe existir la necesidad de un compromiso firme por parte de la alta dirección, de la necesidad de que las acciones de RSC sean transversales a todas las actividades de la organización y de que se alineen con el ‘core business’ de la empresa, es decir, que se haga el negocio de forma responsable para asegurar la creación de valor compartido para la empresa, la sociedad y todos sus stakeholders.
Lo importante es conservar la coherencia entre las decisiones por parte de la directiva de la empresa y las de la fundación.
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