La transición energética define el proceso de pasar de un modelo de combustibles fósiles a uno basado en las energías renovables que tenga como fin la descarbonización y el uso de energías limpias.
La actividad humana es la responsable de la aceleración del cambio climático y de propiciar la situación de emergencia a la que se enfrenta el planeta. Así lo recoge el último informe IPCC sobre el cambio climático publicado en agosto de 2021 y que pone sobre la mesa la necesidad de asumir compromisos por parte de las empresas para conseguir el objetivo de emisiones Zero en 2050.
El reto inmediato es poner en marcha acciones para reducir o eliminar las emisiones de carbono que ayuden a paliar el impacto climático. Pero estas medidas requieren de elevados niveles de inversión. Y ante este panorama, la tecnología será el mejor aliado de la industria energética para comenzar el cambio hacia un nuevo modelo.
La tecnología es la base de la transición energética, ya que no solo permite generar nuevos modelos de producción, sino también ayudará a revolucionar los sistemas de compra, venta y distribución de la energía. Para la empresas del sector, la transición energética no es solo un reto. También supone la apertura de un nuevo escenario de innovación y oportunidades.
Y es precisamente el sector energético el que debe estar a la vanguardia y marcar las pautas para un futuro sostenible basado en las fuentes renovables. Durante la última década, el sector energético ha estado transformándose y ha sufrido una fuerte disrupción en su dinámica operativa. Uno de sus principales resultados ha sido la flexibilización del sistema, ya que el nuevo modelo incluye la interacción entre fuentes de energía intermitentes y despachables.
En este sentido, el centro de la transición energética es la electricidad, puesto que es la energía que puede obtenerse de las fuentes renovables. Así, la electrificación progresiva de todas las industrias llevará a una evolución de tecnologías que faciliten la conversión de este recurso energético.
Asimismo, los avances tecnológicos también han permitido transformar los sistemas de almacenamiento y distribución, poniendo el foco en el consumidor, que ahora es conocido como «prosumidor», puesto que no solo compra energía, sino que produce la suya propia y vende el excedente.
Por tanto, es indiscutible que las tecnologías han dejado sentir su impacto en toda la cadena de valor del sector energético. De esta irrupción han surgido nuevas incertidumbres y problemas, como:
Pero también se han abierto nuevas oportunidades:
En definitiva, la transición energética será transversal a todos los sectores y contribuirá a crear un nuevo paradigma socioeconómico, transformando también los hábitos de consumo y edificando una mayor corresponsabilidad en la lucha contra la emergencia climática.
Para entender mejor la transición energética es importante conocer cuáles son sus principales pilares. Los impulsores pueden ser medioambientales, legislativos, socioeconómicos y políticos, tal como recoge el Acuerdo de París, un pacto entre naciones para abordar un compromiso global contra el cambio climático.
Otros, se trata de innovaciones tecnológicas que han irrumpido en la última década y que han ayudado a transformar el sector.
Son muchos los avances tecnológicos que han contribuido a transformar el sector. Y esto no es algo nuevo, la tecnología siempre ha estado ligada al sector energético ya desde los tiempos de la primera revolución industrial con las máquinas a vapor. Pero hoy en día, si existen dos innovaciones capaces de volver a transformar el paradigma de forma radical, son el blockchain y la Inteligencia Artificial.
Una de las principales revoluciones es su poder de optimización de la oferta de fuentes energéticas habilitando un sistema totalmente digital de compra y venta de energía. De esta manera, las transacciones energéticas podrán hacerse sin intermediarios entre los distintos agentes, desde las empresas generadoras de energía, hasta los consumidores y los prosumidores.
Pero además, gracias a que la energía será completamente trazable, en un futuro no muy lejano se harán realidad los marketplaces energéticos, en los que será posible acceder a la mejor oferta de energía en tiempo real provocando una liberación en el mercado.
Para alcanzar el objetivo de emisiones Zero resulta evidente que el primer paso en la transición energética es implantar a un modelo en el que la energía se obtenga de fuentes renovables en su totalidad. Pero no basta con garantizar la energía limpia ni desarrollar planes de impulso a la energía eólica o solar. Hay otro factor que es imprescindible y es la mejora de la eficiencia energética.
La tecnología también juega un importante papel en este sentido. Al final, el concepto de eficiencia energética hace referencia a la optimización de todos los recursos para incrementar el ahorro del gasto energético y reducir la huella ecológica. Ejemplos básicos de ello son la tecnología LED, las luces con sensor de movimiento, calderas más eficientes, los coches eléctricos, etc.
Pero las innovaciones tecnológicas también influyen a otro nivel. Por ejemplo, los softwares destinados a la gestión energética basados en Inteligencia Artificial que permiten llevar un control total y monitorizar el consumo eléctrico.
Uno de los compromisos alcanzados dentro de los acuerdos para la transición energética es la desaparición de los vehículos que emiten CO2 para el año 2050 y su sustitución por los vehículos eléctricos. Un nuevo modelo conocido como electromovilidad.
El sector transportes es uno de los que más oportunidades de descarbonización presenta, puesto que es el principal emisor de gases de efecto invernadero. Por tanto, es una de las áreas de actuación más relevantes para la transición energética.
Gracias a la introducción de la tecnología eléctrica en el sector transportes es posible integrar el sistema eléctrico de energías renovables al mismo. De igual manera, también supone nuevas oportunidades industriales de desarrollo para un tejido empresarial nuevo. Lo que, a su vez, también repercute en la economía de los países, su PIB y en las exportaciones del sector automotriz.
Otro de los grandes retos de la transición energética es erradicar la pobreza energética que sufren aún hoy millones de personas. Es decir, que no tienen acceso a la energía por falta de infraestructura y suministro. Las empresas que lideran estos cambios suelen invertir más en I+I+D para:
Pero democratizar la energía es un concepto que debe ir más allá de tener acceso a la misma. Se trata de educar a las personas en la responsabilidad, la participación y la solidaridad. De esta manera, cuando las personas comprenden el origen de la energía que consumen, esos hábitos de consumo nuevos pueden incrementar la demanda de energías renovables, lo que impulsaría aún más la transición hacia un modelo sostenible.
La transición energética no solo es el futuro del sector, sino de las sociedades, las personas y el planeta. Se trata de un nuevo modelo energético que afectará a todos los ámbitos y sectores y que traerá nuevas oportunidades de desarrollo e inversión.
Estos cambios serán desde económicos, como la creación de nuevos empleos y el impulso del emprendimiento empresarial, hasta la salud, con la reducción de emisiones y la mejora de la calidad del aire.
Las empresas que lideren el cambio serán las primeras en disfrutar de todas las oportunidades y los beneficios que ofrece la transición energética.
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