Design thinking, Lean startup y agile son tres metodologías cada vez más habituales en ámbito del marketing digital. Su finalidad es crear oportunidades de negocio, impulsar la innovación y acelerar todos los procesos propios del mercado.
Su parecido provoca no pocas confusiones. Pero la realidad es que son enfoques complementarios que pueden aportar interesantes beneficios a tu marca. A continuación podrás comprobar cómo puedes aprovecharte de su potencial e introducirlos en tu negocio de una manera transversal.
Antes de embarcarse en ambiciosas embajadas es vital conocer todas las vicisitudes de los modelos de trabajo que se van a emplear. Saber de Design Thinking, Lean Startup y Agile te permitirá desarrollar campañas y estrategias comerciales más atractivas y efectivas:
Puede definirse como la ideación de una idea desde una perspectiva innovadora para integrar las preferencias de las personas, los avances tecnológicos y las necesidades para el éxito empresarial. Se presenta como un paso hacia adelante del tradicional brainstorming.
En esta primera etapa de ideación hay que tener en cuenta ciertos aspectos fundamentales: primero, empatizar con el cliente, esto es, saberlo todo sobre tus seguidores. Igualmente, definir la necesidad a satisfacer. Y siempre conviene hacer campañas de prueba y generar interacción con los clientes fieles antes de lanzar nada al mercado.
El Lean startup sirve para llevar a cabo experimentaciones rápidas e inmediatas con elementos principales del marketing, tales como canales de distribución, segmentos de usuarios, estructuras de las campañas o presupuestos.
Las marcas que aspiran a ser emprendedoras apuestan por este método para lograr la mayor efectividad posible de sus productos o servicios. De esta manera, gestionan mejor los posibles riesgos y adaptan un sistema en el existe una profunda visión del cliente y una iteración rápida entre ambas partes.
Agile, como bien indica su nombre, se caracteriza por la rapidez y frecuencia en las entregas de producto y adaptación a las nuevas realidades y problemáticas que van surgiendo.
Cuando ya tienes claro qué vas a llevar al mercado y que modelo de comercialización vas a emplear, puedes comenzar a atraer a potenciales interesados. En su llegada a las manos de los consumidores, las primeras reacciones determinarán si ése es el camino a seguir o hay que tomar una rápida decisión para encauzar la promoción.
Estas tres metodologías ponen el cliente en el centro. Y aunque ofrecen jugosas ventajas, su aplicación no es sencilla. Es preciso contar con experiencia y conocimientos para no salirse del camino adecuado. Asimismo, suponen proyectos a largo plazo que requieren de altas dosis de paciencia para ver los primeros frutos.
Lo ideal es combinar estos tres conceptos de manera secuencial dentro de tu empresa. En primer lugar, definir una idea a través del Design Thinking. Luego, moldear un modelo de negocio de la mano del Lean Startup. Finalmente, hacer el producto final e ir optimizándolo progresivamente.
Es imprescindible una cuidadosa gestión en la aplicación de estas metodologías. De la misma manera, el éxito solo se logra con una colaboración real y estrecha entre departamentos de marketing, diseñadores, coordinadores de producto, supervisores de negocios y desarrolladores de productos.
Con estas herramientas de trabajo no solo generarás mejores productos, sino que aumentan tu potencial de impacto en la gente. Asimismo, no solo favorecen un refuerzo de la afinidad que sienten tus clientes por la marca: implementar innovadoras y atractivas maneras de trabajar tiene repercusión en la motivación de los trabajadores. Nuevos retos suponen una mayor implicación.
Con Design thinking, Lean startup y agile tienes la oportunidad de generar ideas con altas posibilidades de ser económicamente exitosas. Y con capacidad de proporcionar valor inmediato a los clientes. Es una innovación alejada de sobrecostes y procesos complejos, puesto que cada etapa está ideada al milímetro. Además, es un trabajo más inmersivo y gratificante para el empleado.
La innovación va a ser la llave del éxito para las compañías del futuro. Todas aquellas que no se atrevan a dar el salto quedarán relegadas de la mente del consumidor.
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